Ediciones Maeva, 2017. No soy una gran lectora de novela gráfica. Aunque pueda parecer contradictorio por su tamaño y sus ilustraciones, me dan una pereza infinita. Se diría que con tanto dibujo la lectura debería resultarme amena y relajada. Sin embargo, yo me apuro, me dan las prisas y no puedo evitar saltarme los textos e ir mirando las viñetas, en un intento bastante ridículo por descubrir, lo antes posible, cómo sigue la historia. Un desastre. La tarde invitaba, diciembre, frío, mucho frío y algo de lluvia. Paseando por calles empedradas, llego a una librería perdida en medio de recovecos y gente. En realidad, la que estaba perdida era yo, pero mis sabios pasos me llevaron hacia ese lugar mágico. Me encantan las librerías con sillones, es un extra de mil puntos, por lo menos, un detalle que marca la diferencia. Y allí llegué, segunda planta, un edificio estrecho y escondido entre tiendas y restaurantes en una ciudad con miles de visitantes durante un puente vacac
La vida nos hace pero primero hay que comprar el número. (el chiste del hombre que le pedía a Dios que le concediera un premio gordo)
ResponderEliminarSupongo que siempre hay un punto de elección. Yo me refería a esa constante pregunta y esa forma de vivirla como si lleváramos orejeras cual burros, siempre fijos en la misma dirección, sin darnos cuenta de todo lo que nos ocurre más allá de esa mirada fijada en el mismo punto. Queda mucho fuera. El filósofo diría que una elección implica la pérdida de otras tantas oportunidades.
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