Estoy muerta

Soy un hermoso cadáver.
Guapa, joven, de larga melena oscura,
con piel suave y pechos turgentes,
ojos brillantes, labios carnosos y bellas manos de pianista.

Pero sin una sola gota de vida en mis venas.
No sé cómo se me ha ocurrido morir tan joven,
ahora que es tan barato viajar, con tantas ofertas para comprar un coche... 
¡¡si hasta el precio de los pisos está bajando!!

Me he quedado sin aliento vital y cada día expiro como si fuese el último.
Tenía que haberlo pensado antes y así podría haberme convertido en periodista de prensa rosa, tertuliana convertida en escritora insustancial con negro envidiado por todos, "yo quiero ser ese negro" dicen mis amigos; manager community, shopper assistant, asesora política, ministro, modelo, presidenta del gobierno, amiga del rey, infanta, tesorera.
Mil maneras de llevar una buena vida, cómoda, llena de privilegios y alejada de problemas.

¡Qué sufran otros!

Es cierto lo que decía  mi madre, la muerte es una liberación.

Todas estas oportunidades han llegado tarde para mí.
Ya sólo me queda vivir mi muerte con calma y resignación,
aceptar que estoy fuera de la vida activa, que mi condena me lleva a vivir con otros muertos de esta sociedad: poetas malditos y escritores locos, algunos serios y responsables pero locos que creen en otros mundos; bailarines que practican sobre un andamio, músicos que salen después de las doce, hermosos modelos de escultores, artesanos acorralados en un espacio diminuto con un cartel explicativo, payasos tristes y actores con problemas de memoria porque se han olvidado de ellos.

En ese universo vivo yo, porque en el otro estoy muerta: donde la familia se hipoteca para ser feliz, donde hay que cotizar hasta que tú mismo seas el alimento de las palomas;  donde tienes que ser y debes de ser, donde hay juicios, análisis, medidas, estadísticas, deudas, intereses por haber vivido, donde hay que comportarse, no vayas a enterarte de quién eres y de qué eres y de qué no te gusta y querer cambiar. Y no vayas a tener la espantosa idea de  hacerle esas preguntas a otros. No vayas a contagiar ese virus mortífero.

Si esto ocurre, si terminas por cuestionarte el mundo en el que vives, si tienes dudas,
bienvenido a nuestro mundo. 
Serás un hermoso cadáver, un zombi excluido, un ser invisible, un borrego menos.
Tendrás la oportunidad de observar distintas formas de morir y de vivir,
y podrás elegir.

¡¡Qué la muerte sea contigo!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Súper Sorda de Cece Bell

La gente hace la cultura

Hilos de colores