Noche triste de octubre, 1959
Resulta hasta doloroso comprobar la actualidad de este poema de Jaime Gil de Biedma. Una mirada crítica a aquella cruda realidad de los cincuenta, que parece tener bastante en común con la que vivimos estos días, al menos en lo que a nuestros políticos se refiere.
A Juan Marsé
Definitivamente
parece confirmarse que este
invierno
que viene, será duro.
Adelantaron
las lluvias, y el Gobierno,
reunido en consejo de ministros,
no se sabe si estudia a estas
horas
el subsidio de paro
o el derecho de despido,
o si sencillamente, asilado en un
océano,
se limita a esperar que la
tormenta pase
y llegue el día, el día en que,
por fin,
las cosas dejen de venir mal
dadas.
En la noche de octubre,
mientras leo entre líneas el
periódico,
me he parado a escuchar el latido
del silencio en mi cuarto, las
conversaciones
de los vecinos acostándose,
todos
esos rumores
que recobran de pronto una vida
y un significado propio,
misterioso.
Y he pensado en los miles de
seres humanos,
hombres y mujeres que en ese
mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus
preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este
invierno,
mientras que afuera llueve.
Por todo el litoral de Cataluña
llueve
con verdadera crueldad, con humo
y nubes bajas,
ennegreciendo muros,
goteando fábricas, filtrándose
en los talleres mal iluminados.
Y el agua arrastra hacia la mar semillas
incipientes, mezcladas en el barro,
árboles, zapatos cojos,
utensilios
abandonados y revuelto todo
con las primeras Letras
protestadas.
eta bien duuuuuuuuuro papa
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