Mujeres libres, espacios libres: sororidad



Somos la mitad de la población mundial pero no ocupamos la mitad del mundo. Nos movemos por él, lo vivimos, lo reivindicamos, lo cuidamos, lo parimos y dejamos nuestras huellas allá por donde vamos, pero siempre parecemos estar de prestado.

Si ponemos atención en cómo nos movemos y hasta en la manera en la que hablamos según donde estemos, obtendremos un montón de información que, cuanto menos, sorprenderá.  

Cuando llegas a un espacio de reunión donde se convoca a mujeres: una charla, un encuentro, unas jornadas… la actitud, los movimientos, el descaro de existir y de ser, la forma de reír son completamente diferentes.  Esas mujeres se expanden sin forma ni límites. Todo es Su Espacio. Se nota el empoderamiento que produce compartir. Lugares donde las mujeres se manifiestan de otra manera, de una forma más directa, más rotunda, absolutas y definitivas.

Y no, no es igual que cuando estás en el trabajo -aunque todas sean mujeres-, ni la misma que cuando estás sudando en la clase de gimnasia -aunque la mayoría sean mujeres-, ni la misma que cuando estás en una reunión familiar -aunque la mayoría sean mujeres-, ni siquiera es la misma sensación que te acompaña cuando estás sola en casa.

¿Qué ocurre en estos Espacios? ¿Por qué se da esa transformación? Corre una energía electrizante, una alegría de existir, de compartir, una sensación de libertad vital, difíciles de reproducir en otros entornos. Una ausencia de estereotipos impuestos y asumidos. Lo más parecido a quitarte el sujetador o a cuando mi madre se aflojaba la faja.

Gracias a las que ayer decidieron luchar mirando al futuro.


Tal vez, el hilo de plata que nos une a todas las que estamos ahí, sea la sensación de lucha colectiva, de reivindicación común, a pesar de nuestras diferencias -que son muchas, somos mujeres no clones-. Y, sobre todo, la confirmación de que no somos las primeras ni nacimos de la nada: la existencia de una genealogía, de un pasado plagado de otras voces diversas capaces de unirse. Siempre ha habido mujeres haciendo cosas, reuniéndose, hablando, artisteando, haciendo ciencia... salvando al mundo.

Tenemos abuelas y bisabuelas, antepasadas que tuvieron la valentía de enfrentarse a injusticias por las que hoy seguimos luchando. No estamos solas, ni lo hemos estado nunca. En estos espacios se hace pedazos el “divide y vencerás”. Aquí hay conciencia de grupo y por eso somos más libres que en ningún otro lugar. Porque nos sabemos acompañadas, porque somos capaces de convivir en paz a pesar de las diferencias. Diferencias reconocidas y escuchadas. 

Desde luego, eso no significa que estemos de acuerdo en todo, pero esa es la cuestión: son espacios de diferencia donde nos une lo que tenemos en común, la lucha por la igualdad.







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