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Mostrando entradas de marzo, 2019

Diario de un cuerpo de Erika Irusta

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Descubrí su trabajo a través de la red, en lo que parece la distancia de otra vida. Llegué a su web El caminorubí navegando por el mar virtual mientras investigaba sobre el cuerpo femenino y sus ciclos, hace ya algún tiempo… En una de esas vidas pasadas… la encontré. Incluso hice alguna formación en su comunidad virtual, que tuvo la infinita generosidad de becarme en un momento en el que el único impedimento para seguir mi investigación era el económico. Gracias. Poco después, Erika Irusta publicó una recopilación de sus textos virtuales en formato papel y para financiarse, hizo una campaña de crowfunding . Agradecida por su gesto anterior y con el egoísta deseo de leer sus textos en mi formato preferido, participé. Lo que ha unido la sororidad artística que no quede en medio de la NADA de un sistema que engulle voces independientes, cargadas de tanta personalidad. Diario de un cuerpo es su primer título con la enigmática editorial Catedral. Una edición cuidada y bel

Mi manifiesto feminista

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El feminismo y su lucha por la igualdad han llegado para quedarse. Al margen de modas editoriales, de camisetas con mensajes, de aplicaciones de móviles con stickers feministas… al margen de que este sistema capitalista nuestro, haya intentado convertirlo en un producto más, de que encontremos más o menos contenido en todo ello... De aquí no nos vamos. Después de un larguísimo camino histórico, estamos para generar debate, despertar conciencias, plantear dudas. Hemos llegado para cuestionar y para ocupar un espacio, porque también somos parte de esta sociedad, sociedad que el feminismo y su largo recorrido ha hecho más plural. Porque, a diferencia de otros movimientos políticos, el feminismo mira más allá del bienestar de una única realidad, porque somos conscientes de que lo único que nos hace crecer es la diversidad y la aceptación de que no hay población donde la totalidad de sus componentes sean iguales. Somos diferentes, lo sabemos, lo aceptamos y lo reivindicamos.

El silencio del cuerpo

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Si abro la ventana y miro arriba, puedo ver un trocito de cielo. Suficiente para no sentirme encerrada. Me gusta estar aquí, en medio de un silencio gris, amable, limpio solo en pequeños destellos. Mi cuerpo manda y él no quiere moverse. Necesita estar quieto, no enfrentarse con él mismo, no generar dolor, recomponerse en esas partes donde mi mirada no llega. El cuerpo es pura magia: se rompe, se abre, se corta, se cose, se mutila y él se cierra, con paciencia de oso, se recompone, se vuelve a construir con lo que tiene, con lo que le han dejado y continúa. Pura cabezonería vital: la vida prevalece, pensará él en su universo de células, tejidos blandos y huesos innombrables. Escuché decir a una científica en una entrevista, que el silencio de la Antártida era inenarrable, completamente distinto a ninguna sensación que ella hubiese experimentado antes. A mí se me ocurre que, extasiada por ese milagro blanco de la naturaleza, no cayó en la cuenta de que el silencio de