Hilos de colores

Anoche no podía dormir, en mi cabeza me zumbaban conversaciones imaginarias que, posiblemente, nunca tendrán lugar. Yo me iba inquietando cada vez más hasta que me repetía: hilos de colores. Como un mantra, el ruido mental se calmaba, me desactivaba la angustia y me sentía flotar entre madejas y ovillos. Pensaba en los maravillosos hilos de colores: en sus grosores, sus brillos, sus texturas, en lo que podía hacer con ellos… movía mis brazos como si estuviese bordando y entraba en una atmósfera de paz y serenidad, algo me conectaba con otro tiempo, con otro espacio, con otras almas. Visualizaba las telas en mi cabeza: sus dibujos, su tacto, el recorrido de la trama y las líneas de los bordes, me las imaginaba en mil trabajos distintos… y me calmaba. ¿Vale la pena tener esas conversaciones con nadie durante la noche? Claro que no. ¿Se pueden evitar? No, salvo que uses el mantra: “hilos de colores”. No parece que nada malo pueda ocurrir si está...