Malhechores y víctimas
Todas las tragedias de la sociedad pasaron por mi consulta. Todas las consecuencias de la mentira y el engaño acudieron a mí para que las examinara. Los secretos amargos que la gente oculta constantemente yacían en mi mesa de operaciones, sometidos a mis manos diligentes, cortantes.
Sentía compasión por la gente. El
hombre que había despedazado a su hermana cogida en falta, ¿acaso no había
cometido él los mismos errores con las
hermanas de sus amigos? El lobo que había engañado a la niña inocente, ¿no era
el padre de una hija que tenía prisionera en su casa…? El hombre que había sido
infiel a su mujer, ¿no era el mismo que la había matado para defender su
honor…? La mujer infiel, ¿no era la misma que hacía circular rumores sobre
otras mujeres? ¿No era la sociedad que publicaba canciones de amor y pasión la
misma que levantaba el cadalso para los que se enamoraban o se dejaban llevar
por la pasión?
Sentía compasión por la gente,
por toda la gente: eran a la vez malhechores y sus víctimas.
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Fragmento del libro Memorias de una joven doctora de Nawal al Sa´dawi. Ed.Lumen |
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