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Súper Sorda de Cece Bell

Ediciones Maeva, 2017.


No soy una gran lectora de novela gráfica. Aunque pueda parecer contradictorio por su tamaño y sus ilustraciones, me dan una pereza infinita. Se diría que con tanto dibujo la lectura debería resultarme amena y relajada. Sin embargo, yo me apuro, me dan las prisas y no puedo evitar saltarme los textos e ir mirando las viñetas, en un intento bastante ridículo por descubrir, lo antes posible, cómo sigue la historia. Un desastre.

La tarde invitaba, diciembre, frío, mucho frío y algo de lluvia. Paseando por calles empedradas, llego a una librería perdida en medio de recovecos y gente. En realidad, la que estaba perdida era yo, pero mis sabios pasos me llevaron hacia ese lugar mágico. Me encantan las librerías con sillones, es un extra de mil puntos, por lo menos, un detalle que marca la diferencia. Y allí llegué, segunda planta, un edificio estrecho y escondido entre tiendas y restaurantes en una ciudad con miles de visitantes durante un puente vacacional. Se conoce mejor el mundo cuando se entra a sus librerías. 

El título me sedujo. ¿Súper Sorda? ¿Una heroína de las de capa con audífono? Pues sí. Súper Sorda es la historia, en clave infantil, de la ilustradora y escritora norteamericana, Cece Bell. Con apenas cuatro años y como consecuencia de una enfermedad, perdió el oído. Con divertidas ilustraciones a todo color, nos va contando lo que supuso ese hecho en su vida: los cambios que vivió en el colegio, la diferencia de trato con sus amistades, la rutina en casa…

Como dice su autora en el texto final, Súper Sorda cuenta una manera de ser sorda, como puede haber tantas otras. La manera en la que una niña de corta edad, que durante mucho tiempo sintió rechazo por la lengua de signos porque la contemplaba como una forma de exclusión del mundo oyente, vive ese cambio repentino y absoluto en su vida.

Sin duda alguna, el interés de esta novela gráfica es el acercamiento que supone a una realidad que pocas veces es protagonista, y la posibilidad de mostrarla y compartirla con grandes y pequeños. Aquellas personas que hayan vivido esa experiencia podrán sentirse identificados… o no, tal vez no sea la manera en la que ellos lo vivieron; y las que no, encontrarán una vía muy amena y divertida de acercarse a otro mundo, un mundo en el que reina el silencio. 

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