Entrevista a Cristina Cerezales Laforet
A pesar de sentir siempre el
deseo de escribir, Cristina Cerezales Laforet comenzó su trayectoria
profesional como pintora. Pero con una madre, Carmen Laforet, que triunfó de
forma arrolladora con su primera novela, y con un padre, Manuel Cerezales, crítico
y periodista, el peso de la literatura era tan fuerte en casa que no pudo
evitar la llamada de las letras.
Decidió coger los pinceles antes
que el cuaderno y la pluma, pero la pulsión literaria se fue haciendo más presente
hasta que quedó materializada en De oca a
oca, su primera novela publicada en el 2000. Después llegaron otros
títulos.
Por el
camino de las grullas, (2006) novela coral ambientada en el Camino de
Santiago. En 2009 sorprendió con Música
Blanca, un trabajo muy personal con su madre como protagonista. Amarás a tu hermano, (2010) su incursión
en el cuento. Y su última obra publicada hasta el momento, El pozo del cielo, (2013). Todas ellas de Editorial Destino.
Cristina Cerezales huye de los
dogmatismos y las creencias preestablecidas. Quizá por eso, sus personajes
están en constante búsqueda, haciendo su propio camino, siempre en proceso de
transformación. Arte y literatura se aúnan en su obra con una escritura cargada
de hermosas imágenes, colores, texturas
y sensaciones. En sus páginas y en sus personajes se adivina la pintora que fue
y la escritora en la que se ha convertido.
Primero fue la pintura
y luego la escritura, ¿siempre ha tenido clara su vocación artística?
Nunca enteramente. La pasión por
la escritura la he tenido siempre. Y una atracción enorme por la pintura,
también. Me fui en primera instancia a la pintura porque la escritura era un
tema muy familiar y preferí hacer mi propio camino. Estuve varios años pintando
y me apasionó. Descubrí que la pintura
es una forma de recibir y expresar. La escritura siempre me iba pidiendo espacio
y cuando en pintura llegué a un silencio, a unos cuadros ya absolutamente
abstractos y diluidos, empezaron a nacer
palabras. Ya había escrito mucho entre medio, pero no literatura, siempre para
mí y por supuesto, siempre leyendo.
Las dos utilizan un lenguaje muy diferente, ¿cómo ha sido el paso del
lenguaje pictórico al escrito?
En principio, mi pintura
consistía en expresar sensaciones, colores, estados anímicos… En la literatura
podía contar historias y eso era algo que me apetecía mucho, tenía muchas
historias dentro que compartir. De repente, después de mi momento de silencio
me apeteció hablar. Fue un proceso muy natural.
¿Es diferente su proceso creativo en la escritura en comparación a cómo
lo es o cómo lo fue en la pintura?
Sí. En la pintura cogía un tema y
lo desarrollaba durante un año o dos y al final hacía una exposición. En la
literatura los personajes te van llevando. En la pintura conducía yo y en la
literatura me dejo llevar.
“En la pintura conducía yo y en la
literatura me dejo llevar”
¿Cómo es el momento en el que se sienta a escribir?, ¿tiene algún
hábito de trabajo?, ¿alguna manía?
Me gusta escribir temprano. En
ese sentido, me ocurría igual con la pintura. Me gusta la madrugada porque es para
mí un momento muy estimulante, en el que me siento especialmente creativa.
El que la escritura no fuese su primera opción artística, ¿ha tenido
algo que ver con las profesiones de sus padres?
Sí, claramente. Aunque también es
cierto que la pintura me atraía mucho y quería investigarla. Tal vez hubiese
empezado las dos cosas a la vez de no haber tenido la literatura tanto peso
familiar.
Siguiendo el orden de publicación de sus novelas, las edades de las
protagonistas van descendiendo. Como creadora de ficción, ¿prefiere alejarse de
la circunstancia vital que viven sus personajes o ficcionalizar sus propias
experiencias?
Conscientemente prefiero alejarme,
pero luego, en cualquiera de mis personajes, van apareciendo detalles en los
que yo estoy presente. Un escritor está siempre en sus personajes. Y aunque
hay jóvenes y mayores, me he dado cuenta
de que siempre hay uno de edad más avanzada, con una sabiduría de la
experiencia que está detrás y que
funciona como apoyo.
“Un escritor está siempre en sus
personajes”
Uno de los aspectos recurrentes en su obra es la presencia de la
espiritualidad. ¿Le ha supuesto alguna dificultad imprimir ese carácter
espiritual en sus novelas sin que la
credibilidad de la historia se tambalee?
No, porque es un elemento que
está muy presente en mi vida. Está muy presente en mí, igual que lo estuvo en mi madre. Ella tuvo esa especie de visión
mística que marcó toda su vida y, por lo
tanto, también la nuestra. Sin embargo, lo enfocó por la religión y yo no le pongo ninguna etiqueta. En mi caso
es más una búsqueda; en el suyo, un encuentro. No puedo concebir que esta vida
sea única y exclusivamente material. Creo que hay algo más que no hemos
descubierto todavía y que anda por ahí, no sé muy bien lo qué es, pero todos
mis personajes lo buscan.
¿Enriquecen o limitan estos aspectos a su producción novelística en el
momento de sentarse a escribir?
Lo enriquecen. Es un terreno en
el que me muevo con comodidad, me dejo llevar por los personajes y aparece de
forma natural. Son aspectos que no busco, no decido meterlos a priori. El personaje de repente siente
así y decide transmitirlo a otro. Se va dando con naturalidad.
¿De qué manera puede contribuir la ficción narrativa a la comprensión
de las experiencias que viva el propio lector en su vida?
No creo que contribuya. No le estoy dando al lector ninguna pauta ni
ningún conocimiento nuevo, sólo le estoy trasladando las búsquedas y las dudas
de mis personajes. Son caminos internos y propios, no soluciones generales. Si
el lector encuentra algo es porque se encuentra con las mismas dudas que el
personaje, pero no intento influir en ese terreno. Son dudas, búsquedas, no
verdades absolutas.
“Mis obras son búsquedas, no verdades
absolutas”
El arte es otro de los elementos que está muy presente en su obra.
Personajes como Sándor de El pozo del
cielo o Justa en De oca a oca nos
trasmiten sus angustias y sus dudas como creadores. ¿Le sirve la escritura para
explicar las frustraciones del artista?
Sí. Todas las vivencias del artista, como han sido parte importante
también de mi vida, aparecen en mis personajes. Las reconozco y las recreo y me
sirven para comprender mi proceso, porque muchas veces es un personaje el que
te lo cuenta. Ahora, por ejemplo, estoy escribiendo un libro de cuentos que se
llama La pintura de lo invisible y todos están relacionados con ese algo que hay
detrás de la pintura, detrás del arte, con aquello que persigue el artista en
su lucha por expresar lo inefable.
También se aprecia su labor de
pintora en las descripciones y en un lenguaje muy visual. ¿Se considera una
escritora que pinta cuadros o una pintora que escribe novelas?
En este momento me considero una
escritora que pintó cuadros. Y
cuando
estuve pintando, me consideraba pintora.
Por El camino de las grullas
es una obra con numerosos personajes, cada uno con su pasado y sus fantasmas.
¿Cómo fue la construcción de esta novela que ambienta en el Camino de Santiago?
Mi intención desde el primer
momento era cruzar historias de personajes jóvenes y mayores, de un estrato
social y de otro… que fuera una cosa muy variada porque así ocurre en mi vida y me parece de una gran riqueza. He hecho muchas veces el
Camino de Santiago: por rutas distintas, sola, en familia, como un ejercicio de
caminar, como un encuentro con uno mismo… y encontraba gente de variada
condición. Mi hija de 15 años, por ejemplo, hizo una gran amistad con un señor
de 70, y ese intercambio entre personas de edades tan diferentes fue de gran
riqueza para los dos. De eso quería hablar.
“Me considero una escritora que pintó
cuadros”
¿Con tanta riqueza de experiencias se ha planteado volver a retomar ese
espacio del Camino de Santiago para alguna otra obra?

Otra de las características de sus obras es la presencia de la
naturaleza, casi un personaje más en Por
el camino de las grullas y en De oca
a oca, por ejemplo. ¿De qué manera enriquece la naturaleza su literatura?
La naturaleza enriquece mi vida.
Tengo un contacto con la naturaleza muy rico. Incluso estuve dos o tres años haciendo un
seguimiento profundo de algunas plantas, observándolas día a día durante horas.
Eran momentos muy intensos, que funcionaban a un nivel profundo. Después de
estas observaciones y esta comunicación con la planta, yo me sentía muy
enriquecida. Tuve instantes en los que podía sentir los procesos vitales de la
planta, como si se me hubiese permitido entrar en su interior para ver cómo
funcionaba.
¿Qué le aporta un viaje o una caminata en solitario a su forma de
escribir?
Una caminata en solitario me
aporta experiencias más profundas, sobre todo si es a primera hora de la mañana.
Durante mucho tiempo salía a caminar muy temprano y, al volver a casa para
incorporarme a la rutina diaria, ya había vivido un gran momento del día. Es
parte de mi proceso creativo.
En el 2010 se publica su libro de relatos Amarás a tu hermano. ¿Qué le da el cuento que no le proporcione la
novela?
En el cuento pasa algo parecido a
lo que ocurre con la pintura de pequeño formato. Un cuento puede tener mucha
fuerza. Y aunque peleas más con el lenguaje, porque la historia tiene que estar más
condensada y supone un mayor esfuerzo en concreción, puedes decir tanto como en
una novela.
Cuando tiene una historia que contar, ¿cuándo sabe si tendrá forma de
cuento o de novela?
El pozo del cielo iba a ser
un pequeño relato de media página donde contar ese momento que aparece en el
inicio de la novela: una mujer tumbada en la cama y el recorrido que hace el
sol por su cuerpo despertando sensaciones y recuerdos. Pero sonó el timbre de
la puerta de la casa de esa mujer sin que yo lo hubiera previsto. Ella se asomó
a la ventana y a partir de ahí comienza una historia de 400 páginas.
“Todos cambiamos por el camino que
hacemos y por la gente que vamos encontrando”
Música Blanca se centra en la
figura de su madre. ¿Por qué decidió escribir una obra tan personal?
Había una parte de la
personalidad de mi madre que yo atesoraba dentro de mí y que no quería perder.
Ella había dejado en mi casa unas maletas llenas de papeles, de cartas, de
pensamientos. En ellos fui comprobando
lo que yo había recibido de ella estaba muy presente en esos escritos.
Pero no es una historia sólo de ella, es también una historia mía, y gran parte
de lo que escribí está directamente elaborado por mí, reuniendo recuerdos y
sensaciones. Yo sabía que otras biografías podrían aportar datos e
interpretaciones diversas, pero lo que yo tenía dentro no podía captarlo más
que yo. Un día, comentando estas sensaciones con Carmen Balcells, me animó a que escribiera un libro sobre
ello. En el primer momento me pareció que era una tarea imposible, pero lo que
yo llevaba dentro era tan fuerte, que me animé a intentarlo.
Me supuso un esfuerzo y un gran
dolor en algunos momentos. Cuando yo recogía ese tesoro con la única intención
de que quedara testimonio, mi madre aún vivía y fue ese tiempo en el que
teníamos aquel intercambio tan especial. Yo estaba con ella en muchos aspectos:
acompañándola en la enfermedad, recogiendo lo que me estaba comunicando,
leyendo sus papeles… Era demasiado, casi una obsesión. Supuso un gran descanso
cuando conseguí terminarlo, sacarlo fuera. ¡Tenía tanto miedo de perderlo!
Tiene obras con tanta fuerza que parecen tener vida propia. ¿Lo
conseguido finalmente en Música Blanca
es lo que usted se había planteado contar desde el principio?
Quería recoger la esencia de mi
madre y creo que sí lo conseguí. No
sabía cómo iba a hacerlo, pero sí sabía que sobraba todo lo que estuviera fuera
de esa esencia. Después de mucho escribir tuve que depurar mucho, como en un
proceso de destilación.
Como escritora, ¿cree que hacer
ficción de experiencias propias ha sido más habitual a lo largo de la historia en
la escritura de mujeres?
No. Yo creo que en los hombres
también. Puede parecerlo porque ha habido muchísimos más hombres escribiendo y publicando,
mientras que a las mujeres se nos cerraban las puertas. Por las dificultades
que han pasado, las mujeres han tenido tendencia a contar su trayectoria, pero
creo que ambos se proyectan en su obra, si no está en un personaje, está
diluido en distintos personajes.
“Me encanta perderme en la visión del
otro y no quedarme en lo mío”
Trata la espiritualidad en sus obras de una forma íntima y cotidiana.
¿Cree que estas características tienen relación con su realidad como mujer?
Sí. La espiritualidad forma parte
de mi vida de una manera muy personal e
íntima, no religiosa.
¿Dispone la mujer actualmente de “un cuarto propio”, como decía
Virginia Wolf, un espacio íntimo y personal de creación?
Con más frecuencia que antes,
desde luego. Lo que pasa es que “el cuarto propio” está, a veces, lleno de
llamadas de niños, de recados, de otra vida. Yo separé la pintura de casa,
busqué un estudio en Madrid. Volví a casa con la escritura reservándome un
cuarto, pero no he podido convertirlo en un cuarto solitario, es un espacio muy
visitado. Dentro de la casa es muy difícil aislarme. Para ello tengo las
madrugadas, ese es mi verdadero cuarto propio donde no suena el teléfono ni
nadie viene a visitarme.
¿Cuál ha sido el mayor motivo de satisfacción de su trayectoria
profesional, tanto en la pintura como en la escritura?
El caminar hacia adelante, la
continuidad en el trabajo. En Música
Blanca tenía un desafío personal,
tanto por mí como por mi familia, porque el tema materno nos afecta a todos. En
el resto, el poder continuar.
“La lectura es un viaje, un encuentro
con otras personas”
¿Y la causa de alguna tristeza?
Hay momentos duros, especialmente
frente al lienzo en blanco: cuando piensas que estás consiguiendo algo y con
una única pincelada se acabó todo porque se ha perdido una magia que perseguías
y hay que volver a empezar. En la escritura parece que todo ha ido más rodado.
No he roto muchos papeles aunque he borrado capítulos enteros en el ordenador.
Pero es cierto que no tengo una sensación de romper tanto. La escritura ha sido
un proceso más natural.
¿Qué busca en la lectura?
Un enriquecimiento. Me encanta
perderme en la visión del otro y no quedarme en lo mío,. Es un viaje, un
encuentro con otras personas. Los personajes con sus dolores, sus
frustraciones, sus éxitos forman parte de mi vida. Son vivencias que yo no voy
a tener la oportunidad de vivirlas, pero que las vivo a través de la lectura.
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La escritora madrileña en su casa de Madrid. |
Esta entrevista la realicé en julio de este año 2014. En septiembre fue publicada en la website Viaje a Ítaca. Debido a que en estos momentos la revista está realizando unas mejoras en su web, comparto la entrevista en este espacio.
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