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Corregir



Decía Borges que publicaba para dejar de corregir sus textos. Generalmente, al que escribe siempre le parece que su obra está inacabada, siempre hay algo más que  revisar, que cambiar, algo que, una vez leído, no suena exactamente como lo quería expresar. Algo que ayer te pareció sublime y hoy tiras a la papelera sin contemplación.

El escribir en la red, además, ha reducido los tiempos de publicación y por tanto, de maduración de un texto.  La necesidad constante de dar de comer al blog  para no perder los lectores que se puedan pasar por aquí, ha convertido la escritura en otro producto de consumo rápido.

Llevo un tiempo en el proceso de seleccionar textos y prepararlos para publicar en papel y me ha costado mucho llegar a un acuerdo conmigo misma  para poner límites en mis propias correcciones. Y reconozco que la lucha ha sido intensa.  

Me he impuesto como norma respetar el contenido de lo escrito, aunque tal vez ya no sea de la misma opinión. Y así, me he dado carta blanca para corregir estilo o mejorar el vocabulario, las expresiones… pero no para tocar la idea que originó el texto. Evidentemente, lo que me ha dado trabajo es respetar a la autora de ese material, que era yo en otro tiempo. Ha supuesto todo un ejercicio de tolerancia y de autocontrol, pero también un enorme descubrimiento.

Me decía una amiga hace unos meses que mis textos le sabían distinto de un tiempo a esta parte. Puede ser, contesté yo sin estar muy convencida. Y en este proceso mío de revisión y descarte, he descubierto que tenía muchísima razón. Aun así, he decidido respetar a la que soy ahora y a la que escribió los textos iniciales, porque tengo la sensación de que si no lo hago, el camino hacia nuevos proyectos se me hará más difícil porque mi mochila irá demasiado cargada de prejuicios.

Aprender a respetar el trabajo pasado y honrarlo dándole protagonismo, me ha supuesto toda una lección de humildad con la escritora que soy en este instante. Y me ha hecho reflexionar sobre por qué una escribe: la búsqueda de lectores carece por completo de sentido si yo no estoy  satisfecha de la tarea realizada.


La difícil tarea de tachar y de reescribir, sin perderse.

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