Ir al contenido principal

Una vida cualquiera II (Relato)




Vivir fuera está resultando tremendamente liberador. Todo queda tan lejos que parece que no ocurrió. Resulta increíble cómo puede cambiar tu vida en un instante, cómo te transformas en alguien que ni hubieses imaginado hace unos años. ¿Esta es mi vida? Sí, esta es, pero podría ser la de cualquier otra, la de alguien completamente ajena a mí.

Tercer año que estamos más tiempo fuera que en casa. Llamarla casa a estas alturas, como si fuese el único lugar en el que se puede estar bien, como ese espacio conocido que te acoge, te cuida, te protege… Eso ya no tiene ningún sentido. Hasta hace poco, era el destino al que anhelaba volver permanentemente, el final feliz de todas las historias que surgían en mi cabeza, ahora… Ya me he acostumbrado a despertarme cada mañana y dudar unos instantes antes de saber dónde me encuentro. 

En mi memoria solo hay una embriaguez de lugares, sonidos y aromas distintos que me encantan y que son los que, en este momento, me acogen, me cuidan y me protegen.

Al principio me daba miedo, me asustaba que me faltase “el espacio fijo", seguro, el punto de referencia. Como si al no regresar, supusiese que jamás volvería a sentirme segura. Nunca imaginé que me convertiría en una persona con constantes cambios de destino. Yo creía necesitar el apego, la solidez del mismo suelo para poder crecer, como  una planta… Pero he descubierto que no soy una planta, que tengo dos hermosas piernas que, una vez más, me han sorprendido por sostenerme y que dan pasos fuertes y rotundos para alejarme del dolor y hacerme caminar hasta días mejores. 

Quizá por eso me guste tanto pasar horas caminando. Eso es nuevo, en mi otra vida, no era así.  No huyo, es puro placer al descubrir que puedo avanzar en cualquier dirección. Qué equivocada estaba, cómo pude sentirme tan encerrada, tan angustiada, cómo pude pensar que el mundo era tan estrecho si apenas lo conocía. De nuevo me vuelve el tema a la cabeza. No, hoy toca desayuno en la terraza, sobre estos hermosos tejados rojos y esos azules que se cruzan entre el cielo y el suelo, como dice la canción. 

                                                                              Continuará...

Comentarios

Entradas populares de este blog

Me estoy haciendo mayor

(Hoy me apetece recuperar este texto que escribí hace unos años, porque el paso del tiempo se me sigue antojando confuso y extraño. Hoy, como ayer, sufro de perplejidad respecto al reloj vital y me asombra que el mundo no se pare por ello.Otra causa no invisible, pero sí con la que sufrimos de ceguera ¿voluntaria?)   Cuando vas de compras y los tacones te parecen demasiado altos y la letra de los libros demasiado pequeña, no hay duda, te estás haciendo mayor. En nuestra sociedad mantenemos una lucha infructuosa   y constante contra el paso del tiempo que afecta, especialmente, a las mujeres. Resulta perverso el uso de los programas informáticos que modifican el cuerpo de las modelos y la manera en la que nos bombardean con imágenes completamente irreales y tallas imposibles de alcanzar. La vida pasa a convertirse en un lugar cómodo y cálido  solo cuando comprendes que vives una evolución en horizontal donde tú eres tu único reto; lo más parecido a quitarte lo...

Soy de mentira

Hay días en los que al levantarte de la cama, sientes que pones tus pies sobre gelatina. Todo es inestable,   inseguro, difuso. La realidad se vuelve viscosa, de líneas poco firmes y tú, que aún eres de verdad, te peleas en un   mundo de realidades intangibles. Quizá se sintiese así Sancho cuando acompañaba a don Quijote en algunas de sus aventuras, pero yo   no tengo caballero   loco que me convenza del ataque de los gigantes. Hoy estaría bien dejar la cordura a un lado pero me atrapa y miro mis brazos y no son de verdad y miro mi rostro en el espejo y no es de verdad. No estoy en mi cuerpo pero  soy de verdad. Todo lo demás es mentira. A pesar de sentirme como un pez que se pelea por vivir con normalidad fuera de su tanque de agua, elijo seguir. Me dirijo a mi ducha de mentira, me enjabono este cuerpo ajeno   con lentitud, intentando encontrarme en los pliegues, las curvas, los huecos pero no, no estoy.   Trato con mimo este espacio en el qu...

Aquelarre en la Feria

   Imagen de  Colleen ODell  en  Pixabay Pocas alegrías comparables a ir encontrándote con un montón de viejas conocidas cuando te regalas unos días de paseo. Con Carmiña (Carmen Martín Gaite) había quedado, no fue una sorpresa, pero sí un grato reencuentro. Sin embargo, ni con doña Emilia ni con mi adoradísima Carmen pensaba verme en esos días. ¡Qué felicidad infinita cuando se producen esas coincidencias!  Carmen llegó en forma de libreto teatral, un hallazgo inesperado. Completamente desconocedora de su existencia no pude más que emocionarme y agarrarla entre mis brazos para que no se escapara. Sí que me perdí la función, imposible encontrar entradas, pero no sabía que se había publicado el libreto. Y claro, fue el resultado de acercarte a una de esas casetas que, por el nombre que corona su espacio, no atrae a nadie: Ministerio de Cultura . Allí estaba Carmen (Laforet) y el libreto de la adaptación teatral de Nada del dramaturgo Joan Vago.  Lo de d...