Hay días en los que al levantarte de la cama, sientes que pones tus pies sobre gelatina. Todo es inestable, inseguro, difuso. La realidad se vuelve viscosa, de líneas poco firmes y tú, que aún eres de verdad, te peleas en un mundo de realidades intangibles. Quizá se sintiese así Sancho cuando acompañaba a don Quijote en algunas de sus aventuras, pero yo no tengo caballero loco que me convenza del ataque de los gigantes. Hoy estaría bien dejar la cordura a un lado pero me atrapa y miro mis brazos y no son de verdad y miro mi rostro en el espejo y no es de verdad. No estoy en mi cuerpo pero soy de verdad. Todo lo demás es mentira. A pesar de sentirme como un pez que se pelea por vivir con normalidad fuera de su tanque de agua, elijo seguir. Me dirijo a mi ducha de mentira, me enjabono este cuerpo ajeno con lentitud, intentando encontrarme en los pliegues, las curvas, los huecos pero no, no estoy. Trato con mimo este espacio en el qu...
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