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Diario de un cuerpo de Erika Irusta



Descubrí su trabajo a través de la red, en lo que parece la distancia de otra vida. Llegué a su web El caminorubí navegando por el mar virtual mientras investigaba sobre el cuerpo femenino y sus ciclos, hace ya algún tiempo…

En una de esas vidas pasadas… la encontré. Incluso hice alguna formación en su comunidad virtual, que tuvo la infinita generosidad de becarme en un momento en el que el único impedimento para seguir mi investigación era el económico. Gracias.

Poco después, Erika Irusta publicó una recopilación de sus textos virtuales en formato papel y para financiarse, hizo una campaña de crowfunding. Agradecida por su gesto anterior y con el egoísta deseo de leer sus textos en mi formato preferido, participé. Lo que ha unido la sororidad artística que no quede en medio de la NADA de un sistema que engulle voces independientes, cargadas de tanta personalidad.

Diario de un cuerpo es su primer título con la enigmática editorial Catedral. Una edición cuidada y bellamente ilustrada por Alba Falgarona que lo convierte en un gran trabajo y en una pequeña joya asequible. Luego llegará Yo menstrúo, un manifiesto.

Una de las mayores dificultades de este título sería enmarcarlo en un género determinado: ¿novela? ¿libro testimonio? ¿ensayo menstrual? Así que nos saltaremos esta parte tan castrante de intentar “domar” una obra cercana, carnal y desgarrada, para hablar de sus virtudes, que son muchas y muy destacables. 

La autora escribe, a modo de diario, a lo largo de tres ciclos menstruales. Cada día lo abre con una pequeña ficha que repite a lo largo de todo el proceso: momento del ciclo, cómo está su cerebro, sus deseos, sus emociones… todo ello acompañado de la música que escucha y la lectura que la ocupa. 

Ella se cuenta, nos narra experiencias tremendamente duras y la manera en la que le han afectado a su cuerpo, a su concepción del mundo y de las relaciones. Diario de un cuerpo es el resultado de escribir desde las entrañas, como ella dice, practica la “coño escritura”, en un intento de profundizarse, de llegar hasta el fondo de lo vivido, de lo dañado. Se desmonta, se deconstruye y se vuelve a montar. Se desnuda, es más, se abre en canal. Un ejercicio brutal de sinceridad, especialmente con ella misma, y de cara a las lectoras, un ejercicio de honestidad literaria.

Más allá del hecho de que lo que nos cuenta pueda o no estar pasado por el tamiz de la literatura, de no ser así, no sería un trabajo publicable y se hubiera quedado en las páginas virtuales o físicas de su “Querido diario”; el valor de esta rara avis que es Diario de un cuerpo, es incuestionable: bien escrito, con un hermoso lenguaje expresivo y descriptivo, una línea argumental emocionante y emocional despojada de todo adorno y alharaca. Un ejercicio de cuerpo y de coherencia creativa y personal.

Le presupongo muchos quebraderos de cabeza para llegar al parto de este título. Tal vez no, pero de ser así, cada uno de ellos valió la pena.

¿Ensayo? ¿”Pedagogía menstrual” -término creado por la autora- hecha libro? ¿Testimonio? Todo eso y mucho más. Voy a cambiar la manida expresión de que debería ser una “lectura obligatoria” por la de “una encarecida e insistente recomendación”. 

Hombres, mujeres, jóvenes… seres menstruantes y no menstruantes. Si te interesa el cuerpo, si te interesa el misterio del cuerpo y la escritura que brota de los pliegues más recónditos, disfrutarás la lectura. 

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