Ir al contenido principal

Frivolidades



Entro en el nirvana entre perchas y probadores.


He descubierto que entro en estado zen cuando voy de rebajas. Una frivolidad… lo sé. Pero he decidido compartir mi experiencia con el resto del mundo, para que mi "sufrimiento" sirva para algo más que para adelgazar mi cuenta corriente.

A mí nunca me ha gustado ir de compras, salvo cuando era una chavala y me iba con mi amiga del alma a dar vueltas mientras hablábamos de los problemas del mundo y de las cuitas del universo, que eran las nuestras. Por eso, sufro de perplejidad ante mi nueva adicción.

Como soy novata y una mujer muy ordenada, germana dice mi fisio, he ido elaborando con sumo esmero un decálogo:

1.  Mejor sola. Si no te será imposible alcanzar el nirvana capitalista. 

2. Mejor cuando haya poca gente. La sensación de “Amancio Ortega  & Cía trabajan solo para mí”, ayuda a lograr el estado deseado.

3.  Absolutamente prohibido comprar si  NO está rebajado. En algún punto hay que poner el límite.

4.  Absolutamente prohibido comprar si NO te sirve en el instante en el que lo compras. Nada de “si bajo un kilo entrará”. Corres el riesgo de que se dé el efecto contrario del esperado.

5.  Absolutamente prohibido pedir prestado ni tirar de tarjeta de crédito… un poquito de dignidad… y de realidad. No confundir frivolidad con irresponsabilidad.

6.  Planifica el tiempo. Si vas con el tiempo justo, existe más riesgo de que pases del nirvana al desespero y, es muy probable que  la ansiedad consumista te haga coger algún modelito que ni borracha te pondrías. De esos que, años después le regalas a tu prima pequeña -porque tu hermana ya conoce tus neuras y  no se presta-, sin haberlo estrenado siquiera. 

7.  Planifica el lugar. Mejor zonas comerciales bien comunicadas, hay más opciones. Nunca se sabe dónde aparecerá el tesoro perfecto que te hará pasar la noche mirando al techo, recreándote en mil situaciones donde estarás preciosa con la nueva joya de la corona.

8.  Si unos días antes ordenas el armario, harás una compra responsable… aunque no sea lo fundamental de esta experiencia, tampoco está de más invocar a la activista que llevamos dentro, solo un rato, luego que se vaya a alguna manifestación que el mundo está muy mal y hay donde elegir.

9.  Cuando llegues al punto de ocultar lo que has comprado, es hora de parar. Hazme caso

10. Sí, seré sincera: tal vez estés huyendo de algo.  Si decides parar un momento y ponerte a pensar,  harás una terapia doble: renovar el armario y saber por qué narices necesitas salir a anestesiarte a golpe de tarjeta,  como si no hubiera un mañana.                                                             

                                                                                        De nada. Besis. 

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Me estoy haciendo mayor

(Hoy me apetece recuperar este texto que escribí hace unos años, porque el paso del tiempo se me sigue antojando confuso y extraño. Hoy, como ayer, sufro de perplejidad respecto al reloj vital y me asombra que el mundo no se pare por ello.Otra causa no invisible, pero sí con la que sufrimos de ceguera ¿voluntaria?)   Cuando vas de compras y los tacones te parecen demasiado altos y la letra de los libros demasiado pequeña, no hay duda, te estás haciendo mayor. En nuestra sociedad mantenemos una lucha infructuosa   y constante contra el paso del tiempo que afecta, especialmente, a las mujeres. Resulta perverso el uso de los programas informáticos que modifican el cuerpo de las modelos y la manera en la que nos bombardean con imágenes completamente irreales y tallas imposibles de alcanzar. La vida pasa a convertirse en un lugar cómodo y cálido  solo cuando comprendes que vives una evolución en horizontal donde tú eres tu único reto; lo más parecido a quitarte lo...

Soy de mentira

Hay días en los que al levantarte de la cama, sientes que pones tus pies sobre gelatina. Todo es inestable,   inseguro, difuso. La realidad se vuelve viscosa, de líneas poco firmes y tú, que aún eres de verdad, te peleas en un   mundo de realidades intangibles. Quizá se sintiese así Sancho cuando acompañaba a don Quijote en algunas de sus aventuras, pero yo   no tengo caballero   loco que me convenza del ataque de los gigantes. Hoy estaría bien dejar la cordura a un lado pero me atrapa y miro mis brazos y no son de verdad y miro mi rostro en el espejo y no es de verdad. No estoy en mi cuerpo pero  soy de verdad. Todo lo demás es mentira. A pesar de sentirme como un pez que se pelea por vivir con normalidad fuera de su tanque de agua, elijo seguir. Me dirijo a mi ducha de mentira, me enjabono este cuerpo ajeno   con lentitud, intentando encontrarme en los pliegues, las curvas, los huecos pero no, no estoy.   Trato con mimo este espacio en el qu...

Aquelarre en la Feria

   Imagen de  Colleen ODell  en  Pixabay Pocas alegrías comparables a ir encontrándote con un montón de viejas conocidas cuando te regalas unos días de paseo. Con Carmiña (Carmen Martín Gaite) había quedado, no fue una sorpresa, pero sí un grato reencuentro. Sin embargo, ni con doña Emilia ni con mi adoradísima Carmen pensaba verme en esos días. ¡Qué felicidad infinita cuando se producen esas coincidencias!  Carmen llegó en forma de libreto teatral, un hallazgo inesperado. Completamente desconocedora de su existencia no pude más que emocionarme y agarrarla entre mis brazos para que no se escapara. Sí que me perdí la función, imposible encontrar entradas, pero no sabía que se había publicado el libreto. Y claro, fue el resultado de acercarte a una de esas casetas que, por el nombre que corona su espacio, no atrae a nadie: Ministerio de Cultura . Allí estaba Carmen (Laforet) y el libreto de la adaptación teatral de Nada del dramaturgo Joan Vago.  Lo de d...