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Feliz año nuevo



De nuevo, como si de la peli del día de la marmota se tratase, llega septiembre. De nuevo, se van produciendo los encuentros con lxs compañerxs, las carreteras se van llenando, las tardes se hacen más cortas y toca volver. ¡Uff! Qué pereza me da…

Volver a organizar la agenda -esto mola-, poner el despertador -no mola nada y tampoco me sirve, porque no hay día que no lo apague de un manotazo y me dé la vuelta bruscamente para que se ofenda-; guardar la ropa de la playa -sí, aún quedan meses de playa maravillosos… pero ahora ya no me saben igual-.

Una vez nos sacudimos la penita por dejar atrás las vacaciones y las largas horas de lectura sin límite, toca activarse, ponerse las pilas, desempolvar la cafetera -quién la necesita en verano- y planificar el nuevo año.

Sí, septiembre sigue siendo mi mes de estreno del año. Enero, que no se ofenda, es un mero trámite, una pausa en el camino, una oportunidad para estrenar agenda o diario, lo que siempre está bien.

El título de “primer mes del año” te viene un poco grande, mi queridísimo Enero. Qué conste que yo lo celebro como si no hubiese un mañana… porque cumplo años en el mes que abre el calendario, pero mi comienzo de año laboral, de proyectos y diría que también de ilusiones, sigue siendo septiembre.

En Enero lo que toca es hacer un cumpleaños gitano, de tres o cuatro días… porque cumplir años es una odisea, un logro, un objetivo cumplido. Y entre más pasan… más mérito tengo. De eso me he convencido con el tiempo, claro, cuando cumples 20 ni piensas en estas cosas, pero cuando pasas de 40 y la vida te ha susurrado al oído “aquí estoy yo… o no”, vamos a celebrarlo bien, porque nunca se sabe. 


Perdonen, ya les digo que ando un poco desanimada, sufro depre postvacacional con efecto retardado. Yo volví al curro hace un mes… pero lo hice con alegría, con ilusión, hasta me gustó volver… pero ya no me acuerdo de por qué.

Y aquí estoy, mirando hacia adelante, con lagrimillas en la voluntad, aún con sabor a sal y con restos de arena en el fondo del bolso. Cierto que tengo nuevos proyectos, cierto que cuando estreno cuadernos, bolis de colores y agendas soy la tía más feliz del mundo… pero el corazoncito se me ha puesto en modo otoño antes de tiempo. Así que me hago la terapia de escribir un rato y “palante”.

                                                                ¡¡Feliz comienzo de año a todes!!

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