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Me estoy haciendo mayor

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(Hoy me apetece recuperar este texto que escribí hace unos años, porque el paso del tiempo se me sigue antojando confuso y extraño. Hoy, como ayer, sufro de perplejidad respecto al reloj vital y me asombra que el mundo no se pare por ello.Otra causa no invisible, pero sí con la que sufrimos de ceguera ¿voluntaria?)   Cuando vas de compras y los tacones te parecen demasiado altos y la letra de los libros demasiado pequeña, no hay duda, te estás haciendo mayor. En nuestra sociedad mantenemos una lucha infructuosa   y constante contra el paso del tiempo que afecta, especialmente, a las mujeres. Resulta perverso el uso de los programas informáticos que modifican el cuerpo de las modelos y la manera en la que nos bombardean con imágenes completamente irreales y tallas imposibles de alcanzar. La vida pasa a convertirse en un lugar cómodo y cálido  solo cuando comprendes que vives una evolución en horizontal donde tú eres tu único reto; lo más parecido a quitarte los tacones y po

Todo lo sabe la tierra de Cruz Mañas Peñalver

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  Nací en un pequeño pueblo plantado en una época en la que las mujeres éramos  tratadas como niñas y las niñas como mujeres. Por sus calles y plazas se  adecuaban espacios destinados a la domesticación de nuestras ganas. Crecimos  como cariátides empotradas al portón de la casa.   Todo lo sabe la tierra , Cruz Mañas Peñalver. Editorial Cántico, 2020, p.55.

Un café con el futuro

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    Martina Bulkova ( null )   Estas últimas semanas me han dado dos consejos sabios, dos mujeres sabias. Un auténtico derroche. ¡Cuánto transcurrir de días sin escuchar nada interesante y me caen dos con apenas unas horas de diferencia! Le comentaba a mi madre que tenía la sensación de que todo lo aprendido a lo largo de mi vida hasta ahora, en los distintos episodios más o menos intensos, difíciles, incómodos… esos que no eliges y que nadie ni nada te pregunta si quieres vivir o no, esos para los que nunca estás preparada, te tocan y tienes que buscar la forma de atravesarlos y salir de la maraña entera, con cicatrices, pero con todas las partes vitales funcionando. Pues de todo lo aprendido en esas travesías por el desierto… que ahora tenía la sensación de que nada de eso me servía. Y me contesta, con toda la tranquilidad del mundo y la serenidad propia de un oráculo, que nada de eso me iba a servir, que partiera de este momento, que intentara reconstruirme aquí y ahora. Mi madre q

De olvidadas a invisibles

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Foto ArtSpark Pixabay ( null ) El nombre de mi blog hasta ahora, Causas Olvidadas , me hacía pensar en un resquicio de esperanza, un lugar de calma, en una posibilidad de traer lo que fuese al presente transitando el camino de la memoria.  Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que no siempre se trata de recordar, sino de llevar a la luz, de mostrar, de visibilizar. Mucho tiene que ver con los recorridos vitales, y es innegable que, al andar de los días, nos vamos desdibujando, nos perdemos en no sabemos qué ni sabemos cómo, pero ocurre.  A ojos de otros cruzamos el umbral de la transparencia, nos hacemos invisibles y quedamos perdidas sin comprender bien qué sucede ni cómo interpretar ese momento, y mucho menos, cómo avanzar.  Foto pixabay Filisofik Si eres de las personas a las que les gusta guardar y rodearse de sus tesoros, y ahora mismo te vas a la estantería y revisas los títulos, miras la ropa de tu armario, los discos que compraste... todo, absolutamente todo habla de ti

Hilos de colores

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  Anoche no podía dormir, en mi cabeza me zumbaban conversaciones imaginarias que, posiblemente, nunca tendrán lugar. Yo me iba inquietando cada vez más hasta que me repetía: hilos de colores. Como un mantra, el ruido mental se calmaba, me desactivaba la angustia y me sentía flotar entre madejas y ovillos.  Pensaba en los maravillosos hilos de colores: en sus grosores, sus brillos, sus texturas, en lo que podía hacer con ellos… movía mis brazos como si estuviese bordando y entraba en una atmósfera de paz y serenidad, algo me conectaba con otro tiempo, con otro espacio, con otras almas.   Visualizaba las telas en mi cabeza: sus dibujos, su tacto, el recorrido de la trama y las líneas de los bordes,  me las imaginaba en mil trabajos distintos… y me calmaba. ¿Vale la pena tener esas conversaciones con nadie durante la noche? Claro que no. ¿Se pueden evitar?  No, salvo que uses el mantra: “hilos de colores”.  No parece que nada malo pueda ocurrir si estás rodeada de hilos de colores. 

Tomarse su tiempo

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Leo la última entrada y todo ha cambiado tan poco que me confirma lo acertado de mi necesidad de ausentarme, de dar(me) tiempo y la escasa importancia que esto tiene. Una vez más esa afirmación de que el tiempo es relativo me parece de lo más oportuna, aunque prefiero la versión más poética y, por supuesto, menos práctica -marca de la casa- de que el tiempo no importa.  A simples mortales casi dos años de pandemia nos puede parecer realmente mucho, pero quién dijo que el tiempo de un virus o de un volcán fuese el mismo que el de una especie que siempre tiene prisa, que tiene poca memoria, que hoy aplaude y mañana se niega a ponerse la vacuna; para quien estar en redes es sinónimo de "ser alguien", "de estar" (¿vivo?). (Miro sorprendida un cartel en una sala donde se toman muestras para saber si se tiene covid: prohibido hacer fotos o grabar vídeos. ¿En serio? Pues sí, si está ahí es que fue necesario ponerlo) No, el mundo, los volcanes y los bichos minúsculos, tiene