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De olvidadas a invisibles

Foto ArtSpark Pixabay (null)

El nombre de mi blog hasta ahora, Causas Olvidadas, me hacía pensar en un resquicio de esperanza, un lugar de calma, en una posibilidad de traer lo que fuese al presente transitando el camino de la memoria. 

Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que no siempre se trata de recordar, sino de llevar a la luz, de mostrar, de visibilizar. Mucho tiene que ver con los recorridos vitales, y es innegable que, al andar de los días, nos vamos desdibujando, nos perdemos en no sabemos qué ni sabemos cómo, pero ocurre. 

A ojos de otros cruzamos el umbral de la transparencia, nos hacemos invisibles y quedamos perdidas sin comprender bien qué sucede ni cómo interpretar ese momento, y mucho menos, cómo avanzar. 

Foto pixabay Filisofik

Si eres de las personas a las que les gusta guardar y rodearse de sus tesoros, y ahora mismo te vas a la estantería y revisas los títulos, miras la ropa de tu armario, los discos que compraste... todo, absolutamente todo habla de ti. Un poquito de cada instante, del momento en el que decidiste hacerte con ello, de la ilusión por conseguirlo, de lo que te costó... todas esas emociones son partes del mismo puzle: tú. 

Igual siento que me ocurre con las etapas y los títulos que le he dado a este espacio virtual, que aún hoy y ahora, y luego y después, y cuando vuelva a corregirlo una y mil veces, me seguirá generando dudas sobre si estar o no estar. Aceptar que hay dudas que nunca serán certezas, también es parte de hacerse mayor. 

Foto Pixabay BiancavanDijk

Empezó siendo Causas Perdidas en sus orígenes, cuando las dudas me consumían y me colaba en el infinito universo digital por vez primera y con la única intención de compartir juegos en forma de textos con las amistades papirómanas, allá por 2013. Me llamaban la amante de las causas perdidas, y me pareció lógico bautizar el nuevo proyecto de esa manera. Tiempo después, en un ataque de optimismo, me dio por pensar que en Causas Olvidadas había un resquicio de luz y una posibilidad que no podía encontrar en el periodo anterior. Se me antojaba que era mejor hacer memoria que lanzarme a una búsqueda de lo perdido. Al fin y al cabo, siempre existía la posibilidad de que no quisiese ser encontrado, fuese lo que fuese. 

Ahora, cuando ya he vivido más de lo que me queda por delante, no es pesimismo, es una obviedad; la palabra invisible se ha vuelto protagonista de mi vida en un montón de aspectos, incluso en  mis labores investigadoras: yo visibilizo. ¿Usted a qué se dedica? Yo visibilizo. ¿Y por qué dice que anda en crisis? Porque no puedo entender la palabra invisible, la que siento, no la del diccionario. Y firmando la receta con parsimonia, repite la terapeuta: escriba, escriba y reflexione. Y yo, el colmo de la obediencia, exclusivamente en mis consultas imaginadas, decido abrir una nueva etapa de mi blog y escribo y escribo para comprender y para ver qué pasa con esa invisibilidad interna. 


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