Imagen de Colleen ODell en Pixabay Pocas alegrías comparables a ir encontrándote con un montón de viejas conocidas cuando te regalas unos días de paseo. Con Carmiña (Carmen Martín Gaite) había quedado, no fue una sorpresa, pero sí un grato reencuentro. Sin embargo, ni con doña Emilia ni con mi adoradísima Carmen pensaba verme en esos días. ¡Qué felicidad infinita cuando se producen esas coincidencias! Carmen llegó en forma de libreto teatral, un hallazgo inesperado. Completamente desconocedora de su existencia no pude más que emocionarme y agarrarla entre mis brazos para que no se escapara. Sí que me perdí la función, imposible encontrar entradas, pero no sabía que se había publicado el libreto. Y claro, fue el resultado de acercarte a una de esas casetas que, por el nombre que corona su espacio, no atrae a nadie: Ministerio de Cultura . Allí estaba Carmen (Laforet) y el libreto de la adaptación teatral de Nada del dramaturgo Joan Vago. Lo de d...
...todo lo que desde allí miraba y no veía. (Cruz Mañas P.)

¡Ja!, teniendo en cuenta tus últimos viajes, esto no te resulta tan optimista. Tal vez deberías llamarlos de otra manera para no empañar palabra tan esperanzadora. Yo, como sedentario irredento, pienso en las flores, ¿quién me las cuidará para que las encuentre lozanas cuando regrese?
ResponderEliminarJajaja, pues no, yo lo miro desde otro lado: si ningún viaje es definitivo... pues eso, todo pasa. El viaje siempre enseña, algunos son a destinos nada gratos o, simplemente, el trayecto no se hace agradable. La cuestión es el aprendizaje, el gusto del camino o la esperanza de saber que todo se acaba. Los viajes desagradables también llegan a su fin. Yo te cuidaré las flores.
ResponderEliminar